domingo, 7 de julio de 2019

El diamante



Un santo había llegado a las afueras de la aldea y acampó bajo un árbol para pasar la no­che. De pronto llegó corriendo hacia él un habitante de la aldea y le dijo:

"¡La piedra! ¡La piedra! ¡Dame la piedra preciosa!"

-"¿Que piedra?", preguntó el santo.

-"La otra noche se me apa­reció en sueños el Señor", -dijo el aldeano-, "y me aseguró que si venía al anochecer a las afueras de la aldea, encontraría a un santo que me daría una piedra.

El santo rebuscó en su bolsa y extrajo una piedra. "Probable­mente se refería a esta", dijo, mientras entregaba la piedra al aldeano.

"La encontré en un sendero del bosque hace algunos días. Por supuesto que puedes quedarte con ella".

El hombre se quedo mirando la piedra con asombro. ¡Era un diamante! Tal vez el mayor diamante del mundo, pues era tan grande como la mano de un hombre.

Tomó el diamante y se mar­chó. Pasó dando vueltas en la cama, totalmente incapaz de dormir. Al día siguiente, al amanecer, fue a despertar al santo y le dijo:

"Dame la riqueza que te permite desprenderte con tanta facilidad de este diaman­te".


Autor desconocido

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