domingo, 30 de junio de 2019

El peso del rencor (2)



Erase una vez una hormiga que iba canturreando cargada con un enorme fruto silvestre cuando un escarabajo le cerró el paso riéndose de su carga y de su trabajo. No era la primera vez que lo hacía. La hormiga no le hizo caso, bordeó al escarabajo y siguió andando. Días después, el escarabajo quedó atrapado en la resina pegajosa de un árbol y pidió ayuda...

Algunos animales, que habían sido víctimas de sus burlas y sus malos modales, no se acercaron. La hormiga, sin embargo, le tendió una larga brizna de hierba y el escarabajo pudo librarse de la resina. Agradecido, el insecto le preguntó por qué lo había ayudado si siempre se burlaba de las cargas pesadas que la hormiga llevaba. Entonces, ésta respondió: «Puedo cargar hasta 20 veces mi propio peso, pero hay una carga demasiado pesada para mí que no puedo ni quiero cargar: el rencor. Por eso intento que éste jamás se quede sobre mi espalda, pues la necesito para transportar cosas que son muy importantes para mi supervivencia». El escarabajo, muy avergonzado, cambió su actitud a partir de entonces.

Recuerda siempre que guardar rencor es como agarrar un carbón ardiendo y resistirse a no soltarlo. El único que se quema eres tú.


Autor desconocido

El paracaídas


Charles Plumb era piloto de un bombardero en la guerra de Vietnam.

Después de muchas misiones de combate, su avión fue derribado por un misil.

Plumb se lanzó en paracaídas, fue capturado y pasó seis años en una prisión norvietnamita. A su regreso a los Estados Unidos, daba conferencias relatando su odisea, y lo que aprendió en la prisión. Un día estaba en un restaurante y un hombre lo saludó:


- "Hola, usted es Charles Plumb, ¿verdad? Era piloto en Vietnam y lo derribaron.

- Y usted, ¿como sabe eso?, le preguntó Plumb.

- "Porque yo plegaba su paracaídas. Parece que le funcionó bien, ¿verdad?"

Plumb casi se ahogó de sorpresa y gratitud. "¡Claro que funcionó! Si no hubiera funcionado, hoy yo no estaría aquí."

Plumb no pudo dormir esa noche, preguntándose: "¿Cuántas veces lo vi en el portaaviones?, y no le dije ni los buenos días, porque yo era un arrogante piloto y él era un humilde marinero."

Pensó también en las horas que ese marinero pasaba en las entrañas del barco, enrollando los hilos de seda de cada paracaídas, teniendo en sus manos la vida de alguien que no conocía.

Ahora, Plumb comienza sus conferencias preguntándole a su audiencia, "¿Quien plegó hoy tu paracaídas?"


REFLEXIÓN:

Todos tenemos a alguien cuyo trabajo es importante para que nosotros podamos salir adelante. A veces, en los desafíos que la vida nos lanza a diario, perdemos de vista lo que es verdaderamente importante.

Dejamos de saludar, de dar las gracias, de felicitar a alguien o aunque sea, decir algo amable sólo porque sí.

Hoy, esta semana, este año, cada día, trata de darte cuenta de quién pliega tu paracaídas, y agradéceselo. Aunque no tengas nada importante que decir, las personas alrededor de ti notarán ese gesto, y te lo devolverán plegando tu paracaídas con ese amor especial, que puedes llegar a necesitar algún día.


Autor desconocido

¿Dónde estabas, Dios?



Sally saltó de su asiento cuando vio salir al cirujano. Le preguntó:
"¿Cómo está mi pequeño?, ¿Va a ponerse bien?, ¿Cuándo lo podré ver?".

El cirujano dijo: "Lo siento; hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance".

Sally dijo, consternada: "¿Por qué a los niños les da cáncer? ¿Es que acaso Dios ya no se preocupa por ellos? Dios, ¿dónde estabas cuando mi hijo te necesitaba?".

El cirujano dijo: "Una de las enfermeras saldrá en un momento para dejarte pasar unos minutos con los restos de tu hijo antes de que sean llevados a la Universidad".

Sally pidió a la enfermera que la acompañara mientras se despedía de su hijo. Recorrió con su mano su cabello rojizo.

La enfermera le preguntó si quería conservar uno de los rizos. Sally asintió. La enfermera cortó el rizo, lo colocó en una bolsita de plástico y se la dio a Sally.

Sally dijo: "Fue idea de Jimmy donar su cuerpo a la Universidad para ser estudiado. Dijo que podría ayudar a alguien más. Eso es lo que él deseaba.

Yo al principio me negué, pero él me dijo 'Mami, no lo usaré después de que muera, y tal vez ayudará a que un niñito disfrute de un día más junto a su mamá'.. Mi Jimmy tenía un corazón de oro, siempre pensaba en los demás y deseaba ayudarlos como pudiera".

Sally salió del Hospital Infantil por última vez, después de haber permanecido ahí la mayor parte de los últimos 6 meses. Colocó la maleta con las pertenencias de Jimmy en el asiento del auto, junto a ella. Fue difícil emprender el regreso a casa, y más difícil aún entrar a una casa vacía. Llevó la maleta a la habitación de Jimmy y colocó los autos miniatura y todas sus cosas justo como él siempre las tenía. Se acostó en la cama y lloró hasta quedarse dormida, abrazando la pequeña almohada de Jimmy.
Despertó cerca de la medianoche y junto a ella había una hoja de papel doblada. Abrió la carta, que decía:

Querida mami:

Sé que vas a echarme de menos, pero no pienses que te he olvidado o he dejado de amarte sólo porque ya no estoy ahí para decirte TE AMO.

Pensaré en ti cada día, mamita, y cada día te amaré aún más. Algún día nos volveremos a ver. Si deseas adoptar a un niño para que no estés tan solita, podrá estar en mi habitación y podrá jugar con todas mis cosas. Si decides que sea una niña, probablemente no le gustarán las mismas cosas que a los niños, y tendrás que comprarle muñecas y cosas de ésas.

No te pongas triste cuando pienses en mí; este lugar es grandioso. Los abuelos vinieron a recibirme cuando llegué y me han mostrado algo de por aquí, pero tomará algo de tiempo verlo todo. Los ángeles son muy amistosos y me encanta verlos volar.

La Virgen María es de una belleza inigualable. Jesús no se parece a ninguna de las imágenes que vi de Él, pero supe que era Él tan pronto lo vi. ¡Jesús me llevó a ver a Dios!

¿Y qué crees, mami? Me senté en su regazo y le hablé como si yo fuera alguien importante. Le dije a Dios que quería escribirte una carta para despedirme y todo eso, aunque sabía que no estaba permitido. Dios me dio papel y Su pluma personal para escribirte esta carta. Creo que se llama Gabriel el ángel que te la dejará caer.

Dios me dijo que te respondiera a lo que Le preguntaste: '¿Dónde estaba Él cuando yo lo necesitaba?'. Dios dijo: 'En el mismo sitio que cuando Jesús estaba en la cruz'. Estaba justo ahí, como lo está con todos Sus hijos.

Esta noche estaré a la mesa con Jesús para la cena. Sé que la comida será fabulosa. Casi olvido decirte... Ya no tengo ningún dolor; el cáncer se ha ido. Me alegra, pues ya no podía resistir tanto dolor y Dios no podía resistir verme sufrir de ese modo, así que envió al Ángel de la Misericordia para llevarme. ¡El Ángel me dijo que yo era una Entrega Especial!

Firmado con amor, de:

Dios, Jesús y yo.


sábado, 29 de junio de 2019

La sinceridad


Hubo una vez un emperador que convocó a todos los solteros del reino pues era tiempo de buscar pareja a su hija.

Todos los jóvenes asistieron y el rey les dijo:

"Os voy a dar una semilla diferente a cada uno de vosotros, al cabo de 6 meses deberán traerme en una maceta la planta que haya crecido, y la planta más bella ganará la mano de mi hija, y por ende el reino".

Así se hizo, pero había un joven que plantó su semilla y ésta no germinaba. Mientras tanto, todos los demás jóvenes del reino no paraban de hablar mostrando las hermosas plantas y flores que habían sembrado en sus macetas.

Pasaron los seis meses y todos los jóvenes se dispusieron a desfilar hacia el castillo con hermosísimas y exóticas plantas.

El joven estaba muy triste pues su semilla nunca germinó y ni siquiera quería ir al palacio. Su madre insistía en que debía ir pues era un participante y debía estar allí.

Con la cabeza baja y muy avergonzado, desfiló al final hacia el palacio con su maceta vacía.

Todos los jóvenes hablaban de sus plantas, y al ver a nuestro amigo se rieron abiertamente burlándose de él. En ese momento el alboroto fue interrumpido por la entrada del rey, al que todos hicieron su respectiva reverencia mientras él se paseaba entre todas las macetas admirando las plantas.

Finalizada la inspección hizo llamar a su hija, y llamó de entre todos al joven que llevó su maceta vacía. Atónitos, todos esperaban la explicación de aquella acción.

El rey dijo entonces:

"Este es el nuevo heredero del trono y se casará con mi hija, pues a todos ustedes se les dio una semilla infértil, y todos trataron de engañarme plantando otras plantas. Este joven tuvo el valor de presentarse y mostrar su maceta vacía, siendo sincero, real y valiente, cualidades que un futuro rey debe tener y que mi hija merece".

Moraleja:
La sinceridad será por siempre una virtud. Dí siempre la verdad independientemente de las circunstancias.


Autor desconocido

¡Cuánto vales!


Alfredo, con el rostro abatido de pesar, se reúne con su amiga Marisa en un restaurante para tomar un café. Deprimido, descargó en ella sus angustias... que si el trabajo, la crisis actual, la escasez de dinero, la relación con su pareja, su vocación... todo parecía ir mal en su vida.

Marisa introdujo la mano en su cartera, sacó un billete de 100 euros y le dijo: -"Alfredo, ¿quieres este billete?"

Alfredo, un poco confundido al principio, le dijo: -"Claro Marisa... son 100 euros, ¿quién no los querría?" Entonces Marisa tomó el billete en uno de sus puños y lo arrugó hasta hacerlo un pequeño bollo.

Mostrando la estrujada pelotita verde a Alfredo, volvió a preguntarle: -"¿Y ahora lo quieres igual?"

-"Marisa, no sé qué pretendes con esto, pero siguen siendo 100 euros. Claro que los tomaré si me lo entregas."

Entonces Marisa desdobló el arrugado billete, lo tiró al piso y lo restregó con su pie en el suelo, levantándolo luego sucio y marcado. -"¿Lo sigues queriendo?"

-"Mira Marisa, sigo sin entender qué pretendes, pero ese es un billete de 100 euros y mientras no lo rompas, conserva su valor..."

-"Entonces Alfredo, debes saber que aunque a veces algo no salga como quieres, aunque la vida te arrugue o pisotee, SIGUES siendo tan valioso como siempre lo hayas sido... Lo que debes preguntarte es CUÁNTO VALES en realidad y no lo golpeado que puedas estar en un momento determinado".

Alfredo se quedó mirando a Marisa sin atinar con palabra alguna mientras el impacto del mensaje penetraba profundamente en su cerebro. Marisa puso el arrugado billete de su lado en la mesa y con una sonrisa cómplice agregó: -"Toma, guárdalo para que te acuerdes de esto cuando te sientas mal... Pero me debes un billete nuevo de 100 euros para poder usarlo con el próximo amigo que lo necesite!" Le dio un beso en la mejilla a Alfredo -quien aún no había pronunciado palabra- y levantándose de su silla se alejó rumbo a la puerta.

Alfredo volvió a mirar el billete, sonrió, lo guardó en su billetera y dotado de una renovada energía llamó al camarero para pagar la cuenta.
 
 
Autor desconocido
 

Enseñando a la maestra



Su nombre era Srta. Pérez. Mientras estaba al frente de su clase de 5º grado, el primer día de clase lo iniciaba diciendo a los niños una mentira.

Como la mayor parte de los profesores, ella miraba a sus alumnos y les decía que a todos los quería por igual. Pero eso no era posible, porque ahí en la primera fila, recostado sobre su asiento, estaba un niño llamado Carlos.

La Srta. Pérez había observado a Carlos desde el año anterior y había notado que él no jugaba a gusto con los compañeros, su ropa estaba muy descuidada y constantemente necesitaba darse un buen baño.

Carlos comenzaba a ser un tanto desagradable. Llegó el momento en que la Srta. Pérez disfrutaba al marcar los trabajos de Carlos con un rotulador rojo haciendo una gran X y colocando un cero muy llamativo en la parte superior de sus tareas.

En la escuela donde la Srta. Pérez enseñaba, le era requerido revisar el historial de cada niño, pero dejó el expediente de Carlos para el final.

Cuando ella revisó su expediente, se llevó una gran sorpresa. La profesora de primer grado escribió: “Carlos es un niño muy brillante con una sonrisa sin igual. Hace su trabajo de una manera limpia y tiene muy buenos modales… es un placer tenerlo cerca”.

Su profesora de segundo grado escribió: “Carlos es un excelente estudiante, se lleva muy bien con sus compañeros, pero se nota preocupado porque su madre tiene una enfermedad incurable y el ambiente en su casa debe ser muy difícil”.

La profesora de tercer grado escribió: “Su madre ha muerto, ha sido muy duro para él. Él trata de esforzarse mucho, pero su padre no muestra mucho interés y el ambiente en su casa le afectará pronto si no se toman ciertas medidas”.

Su profesora de cuarto grado escribió: “Carlos se encuentra atrasado con respecto a sus compañeros y no muestra mucho interés en la escuela. No tiene muchos amigos y en ocasiones duerme en clase”.

Ahora la Srta. Pérez se había dado cuenta del problema y estaba apenada con ella misma. Comenzó a sentirse peor cuando sus alumnos les llevaron sus regalos de Navidad, envueltos con preciosos envoltorios y papel brillante, excepto Carlos. Su regalo estaba mal envuelto con un papel amarillento que él había tomado de una bolsa de papel.

A la Srta. Pérez le dio pánico abrir ese regalo en medio de los otros presentes. Algunos niños comenzaron a reír cuando ella encontró un viejo brazalete y un frasco de perfume empezado, con sólo un cuarto de su contenido original.

Ella detuvo las burlas de los niños al exclamar lo precioso que era el brazalete mientras se lo probaba y se colocaba un poco del perfume en su muñeca.

Carlos se quedó ese día al final de la clase el tiempo suficiente para decir:
“Srta. Pérez, en el día de hoy usted huele como solía oler mi mamá”.

Después de que el niño se marchara, ella estuvo llorando al menos una hora...
 
Desde ese día, además de enseñarles a los niños aritmética, a leer y a escribir, también se preocupó de educarlos en valores. La Srta. Pérez puso atención especial en Carlos. 

Conforme comenzó a trabajar con él, su cerebro comenzó a revivir. Mientras más lo apoyaba, él respondía más rápido.

Para el final del ciclo escolar, Carlos se había convertido en uno de los niños más aplicados de la clase y a pesar de su mentira de que quería a todos sus alumnos por igual, Carlos se convirtió en uno de los consentidos de la maestra.

Un año después, ella encontró una nota debajo de su puerta, era de Carlos, diciéndole que ella había sido la mejor maestra que había tenido en toda su vida.

Seis años después por las mismas fechas, recibió otra nota de Carlos, ahora escribía diciéndole que había terminado la preparatoria siendo el tercero de su clase y ella seguía siendo la mejor maestra que había tenido en toda su vida.

Cuatro años después, recibió otra carta que decía que a pesar de que en ocasiones las cosas fueron muy duras, se mantuvo en la escuela y pronto se graduaría con los más altos honores.

Él le reiteró a la Srta. Pérez que seguía siendo la mejor maestra que había tenido en toda su vida y su favorita.

Cuatro años después recibió otra carta. En esta ocasión le explicaba que después de concluir su carrera, decidió viajar un poco. La carta le explicaba que ella seguía siendo la mejor maestra que había tenido y su favorita, pero ahora su nombre se había alargado un poco, la carta estaba firmada por Carlos Rodríguez, Doctor en Medicina.

La historia no termina aquí, existe una carta más que leer. Carlos ahora decía que había conocido a una chica con la cual iba a casarse. Explicaba que su padre había muerto hacía un par de años y le preguntaba a la Srta. Pérez si le gustaría ocupar en su boda el lugar que usualmente es reservado para la madre del novio. Por supuesto, la Srta. Pérez aceptó y adivinen…

Ella fue a la boda luciendo el viejo brazalete y se aseguró de usar el perfume que Carlos recordaba que usó su madre la última Navidad que pasaron juntos.

Se dieron un gran abrazo y el Dr. Rodríguez le susurró al oído, “Gracias Srta. Pérez, por creer en mí. Muchas gracias por hacerme sentir importante y mostrarme que yo puedo hacer la diferencia”.

La Srta. Pérez, con lágrimas en los ojos, respiró profundamente y dijo, “Carlos, te equivocas, tú fuiste el que me enseñó a mí que yo puedo hacer la diferencia. “No sabía cómo educar hasta que te conocí”.

Alegra el corazón de alguien hoy… comparte este mensaje. Recuerda que a donde quiera que vayas y hagas lo que hagas, tendrás la oportunidad de tocar y/o cambiar los sentimientos de alguien, trata de hacerlo de una forma positiva.

Autor desconocido

La marioneta de trapo



Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo. Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan. Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen. Escucharía cuando los demás hablan y ¡cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate!

Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma. Dios mío, si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol.

Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat sería la serenata que le ofrecería a la luna. Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos...

Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida... No dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer u hombre de que son mis favoritos y viviría enamorado del amor. A los hombres les probaría cuan equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse. A un niño le daría alas, pero le dejaría que el solo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez sino con el olvido. Tantas cosas he aprendido de vosotros, los hombres...

He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad esta en la forma de subir la escarpada.

He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por vez primera, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.

He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.

Son tantas cosas las que he podido aprender de vosotros, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo..."


Autor: Johnny Welch, ventrílocuo


El juicio



Después de haber vivido en la Tierra, mi vida llego a su fin. Lo primero que recuerdo es que estaba sentado sobre un banco, en la sala de espera de lo que imaginaba era una Sala de Jurados.

La puerta se abrió y se me ordenó entrar y sentarme en el banquillos de los acusados. Cuando miré a mi alrededor ví al "Fiscal", quien tenia una apariencia de villano y me miraba fijamente, era la persona mas demoníaca que había visto en mi vida.

Me senté, miré hacia la izquierda y allí estaba mi abogado, un caballero con una mirada bondadosa cuya apariencia me era familiar. La puerta de la esquina se abrió y apareció el Juez, vestido con una túnica impresionante. Su presencia demandaba admiración y respeto. Yo no podía quitar mis ojos de Él, se sentó y dijo "Comencemos".

El Fiscal se levantó y dijo "Mi nombre es Satanás y estoy aquí para demostrar por qué este individuo debe ir al Infierno". Comenzó a hablar de las mentiras que yo había dicho, de cosas que había robado en el pasado cuando engañaba a otras personas. Satanás habló de otras horribles cosas y perversiones cometidas por mi persona, y cuanto más hablaba, más me hundía en mi banquillo de acusado. Me sentía tan avergonzado que no podía mirar a nadie, ni siquiera a mi Abogado. Mientras, Satanás continuaba la lista de pecados que inclusive yo ya había totalmente olvidado. Estaba tan molesto con Satanás por todas las cosas que estaba diciendo de mi, e igualmente molesto con mi abogado, quien estaba sentado en silencio sin ofrecer ningún argumento de defensa a mi favor.

Yo sabía que era culpable de las cosas que me acusaban, pero también había hecho algunas cosas buenas en mi vida, ¿no podrían esas cosas buenas por lo menos equilibrar lo malo que había hecho?.

Satanás termino con furia su acusación y dijo "Este individuo debe ir al Infierno, es culpable de todos los pecados y actos que he acusado, y no hay ninguna persona que pueda probar lo contrario.

Cuando llegó su turno, mi Abogado se levanto y solicitó acercarse al Juez, quien se lo permitió, haciéndole señas para que se acercara, pese a las fuertes protestas de Satanás. Cuando se levantó y empezó a caminar, lo pude ver en todo su esplendor y majestad. Hasta entonces me di cuenta por que me había parecido tan familiar, era Jesús quien me representaba. Se paró frente al Juez, suavemente le dijo "Hola Papá", y se volvió para dirigirse al Jurado:
"Satanás está en lo correcto al decir que este hombre ha pecado, no voy a negar esas acusaciones. Reconozco que el castigo para el pecado es muerte y este hombre merece ser castigado".

Respiró Jesús fuertemente, se giró hacia su Padre y con los brazos extendidos proclamó: "Sin embargo, Yo di mi vida en la cruz para que esta persona pudiera tener vida eterna, y él me ha aceptado como su Salvador, por lo tanto es mío".

Mi Salvador continuó diciendo "Su nombre está escrito en el libro de la vida y nadie me lo puede quitar. Satanás todavía no comprende que este hombre no merece justicia, sino misericordia."

Cuando Jesús se iba a sentar, hizo una pausa, miró a su Padre y suavemente dijo "No se necesita hacer nada más, lo he hecho todo".

El Juez levantó su poderosa mano y golpeando la mesa fuertemente, las siguientes palabras salieron de sus labios: "Este hombre es libre, el castigo para él ha sido pagado en su totalidad,... caso concluído".

Cuando mi Salvador me conducía fuera de la Corte, pude oír a Satanás protestando enfurecido: "No me rendiré jamás, ganaré el próximo juicio".

Cuando Jesús me daba instrucciones hacia donde me debía dirigir, le pregunté "Has perdido algún caso?" Cristo sonrió amorosamente y dijo: "Todo aquel que ha recurrido a mí para que lo represente, ha obtenido el mismo veredicto que el tuyo..... Pagado en su totalidad".


Autor desconocido

El ajedrez y la muerte



Era una noche oscura y fría. Daniel bebía un café sentado en su sillón favorito en la sala de estudio de su casa. Su familia dormía, mientras él reflexionaba sobre muchas cosas; tantas que perdió la noción del tiempo. Eran las 3 de la mañana, llevó su taza vacía al lavaplatos, y abrió el refrigerador para prepararse algo de comer. Cuando cerró la puerta vio junto a él una figura muy conocida, pero nada apreciada. La espectral imagen lo miró fijamente y le dijo con voz tenue: ¿Sabes a qué he venido?

Él asintió con la cabeza y dijo: Sí, lo sé, ya es mi hora.

Confundida, la Muerte preguntó a su víctima:

¿No vas a llorar? ¡Todos lo hacen! Se arrodillan, suplican, juran que serán mejores, ruegan por otra oportunidad; mientras que tú, aceptas mi llegada con resignación.


Temeroso aún y con un nudo en la garganta, Daniel respondió:

- ¿De qué serviría? Nunca me darás otra oportunidad, tú sólo haces tu trabajo.

- Tienes razón, sólo hago mi trabajo.

- ¿Puedo despedirme de mi familia? preguntó Daniel con la ligera esperanza de recibir un “sí”.

- Tú lo has dicho, hago mi trabajo. Yo no decido la hora ni el lugar, mucho menos los detalles… lo siento Daniel.

- No tienes por qué disculparte.

- Poca gente piensa en su familia mientras está en vida, pero al llegar este momento, todos piden lo mismo.

- No lo entiendes - dijo Daniel con tono de reproche – yo perdí a mi padre cuando tenía 15 años, y mi sufrimiento fue grande… pero mi hija menor tiene sólo 4, déjame decirle que la amo.

- Tuviste 4 años para decírselo, tuviste muchos días libres, muchos cumpleaños, fiestas, y otros momentos en que pudiste decírselo a tu hija que la amabas… pero ¿por qué sólo pensaste en tu hija?

- Mi hijo mayor no me creería, y mi esposa, bueno… a ella no creo que le interese si la amo o no. Nos hemos distanciado mucho. Pero mi niña, no hay día que entre por la puerta y no esté ahí para recibirme con un beso.

Deja de hablar, se hace tarde – lo interrumpió la muerte – pero… está bien ¿sabes?, este momento hace que mucha gente haga conciencia de cómo vivió su vida. Lástima que lo hagan demasiado tarde.

Ambos salieron de la casa. Un extraño tren aguardaba en la calle y lo abordaron.

- No todo es aburrido en el estado de la muerte. No puedo decirte lo que pasará al llegar, pero te propongo que juguemos al ajedrez “para matar el tiempo”.

Con una sonrisa y con una lágrima, Daniel dijo: ¡Qué curioso! ¡Creí que no tenías sentido del humor!.

El juego se inició. Daniel no se calmaba aunque comenzó ganando; consiguió un “alfil” y un “caballo”. Pero era obvio que eso no lo alegraba.

La Muerte le preguntó: ¿A qué te dedicabas en vida?

- Soy… es decir, era, un simple empleado en una fábrica de calzado.

- ¿Obrero?

- No, trabajaba en administración.

- Ah… supongo que te encargabas de ver si faltaba algún producto, o dinero.

- Sí, en parte así era.

- Hay algo que no entiendo…

- ¿Qué es lo que no entiendes?

¿Por qué ustedes teniendo tantas cosas buenas por hacer, se encierran en el trabajo, se olvidan de los sentimientos, no les importan los demás, se vuelven egoístas y violentos, pero cuando los visito, demuestran ternura, humildad, tristeza, miedo, e incluso lloran? ¿Por qué esperan que llegue yo, si ya nada podrán hacer?

- No lo sé.

- En cambio, soy un simple “peón”, haciendo lo que debo hacer y nada más. 

Mientras ustedes son dueños de su propia vida, capaces de decidir qué harán con ella ¿y para qué? si su decisión más común es desperdiciarla o vivirla mal.

- Te creía más cruel – comentó Daniel.

- ¡Nada es lo que parece!
El silencio reinó por unos instantes mientras Daniel ponía en “jaque” a la muerte.

- Dime... ¿qué pensabas cuando te casaste?

- Pensaba ser feliz, en formar una linda familia, en formar parte de la alta sociedad.

- ¿Y lo lograste?

- Es broma ¿verdad? Me encontraste solo en mi cocina durante la madrugada, y te pedí despedirme de mi hija. Es obvio que no lo hice. - Si hubiera mostrado más amor a mi familia, la petición de despedirme no hubiera sido necesaria.

- Ya las lágrimas se habían secado en el rostro de Daniel y de pronto exclamó suavemente ¡Jaque mate!

- La Muerte sonrió y dijo ¡Felicidades!

- Daniel suspiró y respondió: Es una pena que no sirva de nada. No me importaba ganar, de todos modos ya estoy aquí… un simple juego de ajedrez no aleja de mi mente a mi familia, mis hijos, mi esposa.

- Las lágrimas brotaron de nuevo en el rostro de Daniel quien se cubrió el rostro con sus manos.

- Mientras el sollozaba, la muerte exclamó: ¡Hemos llegado!

- Daniel intentó calmarse, pero al abrir los ojos estaba de nuevo en su viejo sillón. Secó sus lágrimas. Eran las 6:45 de la mañana, y en lugar de gritar ¡ESTOY VIVO! como lo haría cualquier otro, salió al patio y dijo con voz tenue: 

GRACIAS, DIOS MÍO… Entró nuevamente a su casa, entró en la habitación de su hija y la abrazó, a la de su esposa e hizo lo mismo. Entró al cuarto de su hijo, le hizo cosquillas en los pies y le dijo: Hijo. Despierta ¡es domingo!.
¿Me despiertas para decirme que es domingo?

No hijo, os he despertado para deciros que os amo. 

“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir”
(Eclesiastés 3: 1-2)


Autor desconocido

"Las Quejas de Jesús"



Yo soy el camino y no me buscas.
Yo soy la verdad y no me crees.
Yo soy la vida y pareces muerto.
Yo soy tú redentor y se te olvida.
Soy tu salvador y me rechasas.
Soy misericordioso y siempre abusas.
Soy tú guía y no me sigues.
Soy justo y desconfías.
Soy amor y me persigues.
Soy luz y no me miras.

Me dices maestro y nunca aprendes.
Me dices pastor y no me oyes.
Me dices Señor y no me obedeces.
Me dices Rey y de mi te burlas.
Me llamas eterno y no me esperas.
Me llamas bueno y no me estimas.
Me llamas Santo y no me imitas.
Me llamas amigo y me traicionas.
Me llamas dueño y no me sirves.
Me llamas rico y no me pides.

Te di inteligencia y tu no me entiendes.
Te di voluntad y me resistes.
Te perdono y más me ofendes.
Te espero y nunca llegas.
Te ayudo y me criticas.
Te cuido y no agradeces.
Te hablo y no me escuchas.
Te pido y no me das.
Te doy y exiges más.
Te hago fuerte y te doblegas.
Te hago poderoso y esclavizas.
Te hago rico y te corrompes.
Te hago pobre y me maldices.
Te hago sabio y me desprecias.
Te hago importante y me denigras.
Te hago sano y te envileces.
Te hago mi hijo y no me honras.
En fin, Soy tu Dios y no me temes.

Dime hijo mío que más quieres que haga por ti, tuya es mi Gloria si la quieres, si eres desdichado no me culpes por que he venido a darte todo esto y en abundancia...!!

TUYA ES MI GLORIA "PERO SOLO LOS VALIENTES LLEGAN A ELLA, RECUERDA QUE SOLO LOS VALIENTES ARREBATAN EL REINO DE LOS CIELOS"

La Biblia y el teléfono móvil



Me pregunto qué pasaría si tratásemos a nuestra Biblia como tratamos a nuestro teléfono móvil.

¿Y si la lleváramos a todos lados en nuestra cartera o bolsillo?

¿Y si regresáramos a casa si se nos hubiera olvidado?

¿Y si la revisáramos varias veces al día?

¿Y si la usáramos para recibir mensajes del texto?

¿Y si la tratáramos como si no pudiésemos vivir sin ella?

¿Y si la ofreciéramos como regalo?

¿Y si la usáramos mientras viajamos?

¿Y si la usáramos en caso de emergencia?

Esto es algo para animarnos a preguntar... hmmm... ¿dónde está mi Biblia?

Ah, y una cosa más. A diferencia de nuestro teléfono móvil, no tenemos que preocuparnos de que nuestra Biblia se quede sin saldo… ¡porque Jesús ya pagó la cuenta!

La Biblia está cargada eternamente. Nunca tiene que ser recargada.

Cuando dices: "Es imposible" Dios dice: Todo es posible. (Lucas 18:27)

Cuando dices: "Estoy muy cansado." Dios dice: Yo te haré descansar. (Mateo 11:28-30)

Cuando dices: "Nadie me ama en verdad." Dios dice: Yo te amo. (Juan 3:16 y Juan 13:34)

Cuando dices: "No puedo seguir." Dios dice: Mi gracia es suficiente. (II Corintios 12:9 y Salmos 91:15)

Cuando dices: "No puedo resolver las cosas." Dios dice: Yo dirijo tus pasos. (Proverbios 3:56)

Cuando dices: "Yo no lo puedo hacer." Dios dice: Todo lo puedes hacer. (Filipenses 4:13)

Cuando dices: "Yo no soy capaz." Dios dice: Yo soy capaz. (II Corintios 9:8)

Cuando dices: "No vale la pena." Dios dice: Sí valdrá la pena. (Romanos 8:28)

Cuando dices: "No me puedo perdonar." Dios dice: YO TE PERDONO. (I Juan 1:9 y Romanos 8:1)

Cuando dices: "No lo puedo administrar." Dios dice: Yo supliré todo lo que necesitas. (Filipenses 4:19)

Cuando dices: "Tengo miedo." Dios dice: No te he dado un espíritu de temor. (I Timoteo 1:7)

Cuando dices: "Siempre estoy preocupado y frustrado." Dios dice: Hecha tus cargas sobre mi. (I Pedro 5:7)

Cuando dices: "No tengo suficiente fe." Dios dice: Yo le he dado a todos una medida de fe. (Romanos 12:3)

Cuando dices: "No soy suficientemente inteligente." Dios dice: Yo te doy sabiduría. (I Corintios 1:30)

Cuando dices: "Me siento muy solo." Dios dice: Nunca te dejaré, ni te desampararé. (Hebreos 13:5)


Autor desconocido

El Árbol sin Hojas



Era un árbol tan feo, tan feo, que no tenía hojas. Estaba solo en el campo y nunca había visto otro árbol.

Por eso no sabía que los árboles tienen hojas. Y tampoco sabia que él era tan feo.

Pero un día oyó decir a unos niños:

-¡Vaya porquería de árbol!

-No sirve para nada.

-Ni siquiera tiene hojas.

Entonces se puso triste porque se enteró de que era feo.

Y le dijo al Sol:

-Tú que eres tan poderoso, ¿puedes darme hojas?

El Sol le contestó:

-Yo no puedo dar hojas a las árboles. Vete tú a buscarlas.

Y el arbolito dijo:

-No puedo. Mis pies están clavados en el suelo.

Otro día dijo al Viento Gris:

-Tú que eres tan poderoso, ¡dame algunas hojas!

Y el Viento Gris le contestó:

-Yo sé quitar las hojas de los árboles, pero no sé cómo se ponen. No puedo ayudarte.

Pasó la Lluvia y el árbol le dijo:

-Señora Lluvia, mis pies están clavados en el suelo. ¿Puedes traerme algunas hojas para adornar mis ramas?

Y la Lluvia le contestó:

-Yo no puedo darte hojas. Yo sólo sé llorar. Voy a llorar por ti.

La Lluvia se alejó, llorando.

-¡Ay, Señor, qué desgracia! ¡Un arbolito que no tiene hojas!

El pobre arbolito sin hojas se quedó aún más triste. Y decía:

-He acudido a los más poderosos y no me han ayudado. ¡Ya nadie podrá ayudarme!

Pero un buen día dijeron los niños:

-¡Vamos a adornar este árbol!

Trajeron papel de colores: rojo, verde, azul, amarillo... Y lo cortaron en pedacitos y lo fueron pegando en el arbolito. Y al cabo de un rato el arbolito quedó lleno de hojas. Hojas azules y rojas, hojas amarillas y verdes.

Y pasó el Sol y se quedó un rato largo mirando, porque nunca había visto un árbol tan hermoso.

Pasó el Viento Gris y se paró en seco:

-¡Vaya con el arbolito! ¡Qué hojas tan bonitas ha encontrado!

Y el Viento Gris dio una vuelta para no arrancarle ninguna.

Pasó la Lluvia, y al ver aquellas hojas rojas, azules, amarillas y verdes, se le cortaron las lágrimas y dijo:

-¡ Qué pena! iYa no podré llorar más por este arbolito!

Y la señora Lluvia se marchó con sus lágrimas a otra parte.

Luego vinieron los niños y bailaron en torno al arbolito, que ya estaba muy contento con sus preciosas hojas.


Autor desconocido

Aviso importante



El Fabricante de todos los seres humanos avisa a todas sus unidades, no importa color o año, que existe un serio defecto en el componente central y primario: el corazón de la máquina.

Esto se debe al mal funcionamiento de los prototipos originales, cuyo nombre de código es Adán y Eva, a través de quienes se ha reproducido el mismo defecto en todas las unidades subsiguientes.

Este defecto ha sido llamado técnicamente "Inmoralidad interna subsecuencial", o más comúnmente conocido como P.E.C.A.D.O.

Algunos síntomas comunes son:

1. Pérdida de rumbo
2. Emisión de expresiones ofensivas o insultos
3. Amnesia del propio origen
4. Falta de paz y alegría
5. Comportamiento egoísta
6. Depresión o confusión.
7. Estado nervioso
8. Idolatría
9. Rebelión
10. Comportamiento violento

El Fabricante, quien no es culpable de este defecto, provee sin embargo, la reparación autorizada y el 'service pack' gratuito para corregir el defecto P.E.C.A.D.O.

El Técnico Reparador Jesús ha hecho la oferta más generosa:
afrontar el costo total de estas reparaciones. No se requiere por ello ninguna tarifa adicional por parte de ninguna unidad.

El número para comunicarse es el mismo en todas las regiones: O-R-A-C-I-O-N

Una vez conectado, por favor, exprese su P.E.C.A.D.O. a través del procedimiento de ARREPENTIMIENTO.

Luego, descargue RECONCILIACIÓN desde el Técnico Reparador Jesús y ubíquela dentro del componente Corazón.

No importa cuán grande o pequeño sea el defecto PECADO, Jesús lo reemplazará con:

1. Amor
2. Alegría
3. Paz
4. Paciencia
5. Amabilidad
6. Bondad
7. Fe
8. Tranquilidad
9. Autocontrol

Por favor, lea el manual de operaciones, cuyo nombre en inglés es B.I.B.L.E.(Biblia) (Believers' Instructions Before Leaving Earth = Instrucciones para creyentes antes de dejar la Tierra), para ampliar detalles.

ADVERTENCIA: El contínuo operar del ser humano sin las correcciones que se aconsejan, hará que las garantías del Fabricante decaigan, exponiéndose la unidad a problemas y peligros demasiados numerosos para enumerar aquí y sería necesaria la confiscación de la unidad en una fecha futura.

Si tiene algún problema, hay un servicio gratuito de emergencias 7 x 24 x 365 atendido por JESÚS.

PELIGRO: La unidad humana que no responda a este llamado será confiscada y desechada antes de dejar la Tierra. El defecto P.E.C.A.D.O. no le permitirá entrar al CIELO, debido a que se procura prevenir una posible contaminación de las facilidades que se están ofreciendo.

Gracias por su atención. 

DIOS 

El regalo encubierto



Un joven muchacho que estaba a punto de graduarse, admiraba desde hacía unos meses un precioso automóvil deportivo en un concesionario de coches. Sabiendo que su padre podría comprárselo, le dijo que ese auto era todo lo que quería; y a sabiendas que se acercaba el día de graduación y que su padre tenía las posibilidades económicas de concedérselo, el joven esperaba ver alguna señal de que su padre hubiese comprado el auto que tanto soñaba.

Finalmente, en la mañana del día de graduación, su padre le llamó para decirle lo orgulloso que se sentía de tener un hijo tan bueno y lo mucho que lo amaba.

El padre tenía en sus manos una hermosa caja de regalo. Curioso e impaciente, el joven abrió la caja y encontró una hermosa Biblia de cubiertas de piel y con su nombre escrito con letras de oro.

Enojado le gritó a su padre: "¿Con todo el dinero que tienes y lo que me das es esta Biblia?". Salió de la casa y no regresó jamás.

Pasaron muchos años y el joven se convirtió en un exitoso hombre de negocios. Tenía una hermosa casa y una bonita familia, pero cuando supo que su padre (que ya era anciano) estaba muy enfermo, pensó visitarlo. No lo había vuelto a ver desde el día de su graduación.

Poco antes de partir para verlo, recibió un telegrama donde decía que su padre había muerto y le había heredado todas sus posesiones, por lo cual necesitaba urgentemente ir a su casa para arreglar todos los trámites de inmediato.

Cuando llegó a la casa de su padre, la tristeza y el arrepentimiento llenaron su corazón.

Empezó a ver todos los documentos importantes que su padre tenía y encontró la Biblia que en aquella ocasión su padre le había dado. Con lágrimas, la abrió y empezó a hojear sus páginas. Su padre cuidadosamente había subrayado un verso en Mateo 7.11: "Y si vosotros siendo malos, sabéis dar buenas guías a vuestros hijos, cuanto más nuestro Padre Celestial dará a sus hijos aquello que le pidan".

Mientras leía esas palabras, unas llaves cayeron de la Biblia. Tenía una tarjeta del concesionario de automóviles donde había visto ese deportivo que había deseado tanto. En la tarjeta estaba la fecha del día de su graduación con las palabras: "TOTALMENTE PAGADO".

¿Cuántas veces hemos rechazado y perdido las Bendiciones de Dios o las oportunidades de disfrutar y/o vivir algo, porque no vienen envueltas en paquetes hermosos, como nosotros esperamos?


Autor desconocido

Chateando con el Señor



¡Hola Señor! Sé que estás ahí, pues te he visto siempre en línea y hoy quiero chatear contigo.

Sé que a veces te dejo sin admisión, otras veces me pongo no disponible y casi siempre ausente para ti, pero yo sé que tú siempre estás ahí conectado, con tu nombre en mayúsculas: JESÚS.

Sabes, Señor, sé que conoces mis angustias, todos mis problemas y... ¡cómo no me vas a conocer si tú me creaste, si en tu pensamiento nací, no hay cosa oculta para ti! Es por eso que reconozco que he sido una tonta al querer pasar desapercibida delante de tí. ¡Perdóname Señor!

Hoy quiero chatear contigo, Señor. Quiero escribirte que te quiero, que eres mi mejor amigo, darte los buenos días, cantarte una canción, extrañarte cuando no puedo verte, mandarte smileys que te hagan reír, escribirte mails y quizá contarte algo gracioso por whatsapp.
Sé que tú me aceptas así, tal cual soy, sé que tú me amas antes de que yo te amara.

Ahora que me das de tu tiempo y puedo estar conectada contigo, quiero darte las GRACIAS por la vida que me diste, por la familia con la que me has bendecido, por mi trabajo, por la persona que está a mi lado, por las penas de las alegrías y aún por las alegrías de las penas... Por todo, GRACIAS SEÑOR.

Tengo que seguir trabajando, Señor. Pero a partir de hoy, siempre te tendré en línea y antes que a nadie te daré los buenos días. Y al irme te diré, te veo en el camino o en casa, porque sé que Tú estás en todos lados.

Fue muy bonito poder chatear contigo, pues todas tus respuestas llevan amor, llevan misericordia y la compasión de un Padre está siempre con su hija.

Bueno SEÑOR, te dejo trabajar, sé que también lo haces aquí, estaré para lo que se te ofrezca.

Sé que a veces pides cosas que me cuestan, pero jamás me pedirías cosas que no me ayuden.
Y si me llamas y no contesto, mándame un zumbido para poder saber que eres Tú.

Tú eres el Amor más grande de mi corazón y de mi alma,
Eres quien me levanta y quien me acompaña en el camino de estos momentos llamados vida ...

Una cosita, Señor: Déjame que te pida por todos los amigos maravillosos que he encontrado por este medio. Sé que Tú los has puesto en mi camino, en mi PC y me llena de felicidad encontrarlos cada día, aquí conmigo. Bendícelos y consérvamelos como amigos míos y tuyos.


Autor desconocido

El ramillete de espinas



Era la víspera del Día de Acción de Gracias, pero Sandra se sentía muy infeliz cuando entró en una floristería. Su hijo habría nacido estos días si no lo hubiese perdido en un accidente de automóvil... Lamentaba mucho su pérdida.

No bastando eso, aún había posibilidad de que su marido fuera operado. Y para colmo de males, su hermana canceló la visita que le iba a hacer próximamente.

¿Acción de Gracias? ¿Agradecer qué? se preguntó.

Una amiga tuvo el coraje de decir que el sufrimiento era una dádiva de Dios, que hacía madurar y fortalecer...

Sus pensamientos fueron interrumpidos por la vendedora, diciendo:

- ¿Quiere un arreglo tradicional o le gustaría innovar con lo que yo llamo "Especial"? ¿Está buscando algo que realmente demuestre gratitud en el Día de Acción de Gracias?

Sandra explicó que nada tenía para agradecer y la otra replicó, enfática:

- ¡Pues tengo el arreglo perfecto para usted!.

En ese momento entró una cliente que vino a buscar su pedido:

Un arreglo de largos y espinosos tallos de rosa. Todo muy bien arreglado, pero no había ninguna flor.

Sandra se quedó pensando por qué alguien pagaría por tallos de rosa, sin flor.

- Este es el "Especial", lo llamo "Ramillete de Espinas de Acción de Gracias" - explicó la vendedora.

- ¿Pero qué la llevó a crear el ramillete de espinas? - preguntó Sandra.

- Aprendí a ser agradecida por las espinas... Siempre agradecí a Dios las cosas buenas en mi vida y nunca le pregunté por qué esas buenas cosas sucedían.

Pero cuando vinieron las adversidades, yo lloré y grité: ¿por qué? ¿por qué yo?

Con el tiempo aprendí que las épocas difíciles son importantes para nuestra fe y nuestro fortalecimiento. Delante de las dificultades nos aproximamos a Dios y valoramos la vida y sus buenos momentos.

Sandra recordó lo que su amiga le había dicho, y exclamó: - Perdí mi bebé y yo estoy enojada con Dios...

En ese momento entró un hombre en la floristería, que también venía a buscar un ramillete de tallos espinosos.

¿Esto es para su esposa? - preguntó Sandra, incrédula. ¿Pero por qué ella quiere un ramillete como ese?

Mi esposa y yo casi nos divorciamos, pero con la gracia de Dios, nosotros enfrentamos problema tras problema y salvamos nuestro matrimonio. El ramillete especial nos recuerda las épocas "espinosas". Etiquetamos cada tallo con uno de los problemas solucionados y damos gracias por lo que Él nos enseñó. ¡Yo le recomiendo el ramillete especial!

- No sé si puedo ser agradecida por las espinas en mi vida. Es todo tan reciente...

La vendedora respondió, cariñosamente:

- La experiencia me mostró que las espinas vuelven las rosas mas preciosas Apreciamos más el cuidado providencial de Dios durante los problemas que en cualquier otra época.

Varias lágrimas se deslizaron por la cara de Sandra.

- Me llevaré una docena de estos tallos largos y llenos de espinas, por favor. ¿Cuánto le debo?

Nada. Nada si me promete que permitirá a Dios que cure su corazón. El primer ramillete va siempre por mi cuenta.

La vendedora sonrió y le entregó una tarjeta a Sandra.

Colocaré esta tarjeta en su ramillete, pero tal vez usted quiera leerla primero.

-Y Sandra leyó: "Señor, yo nunca agradecí mis espinas. Agradecí mil veces las rosas, pero nunca las espinas. Enséñame el valor de mis espinas. Muéstrame que, a través de mis lágrimas, los colores de Tu arcoiris son mucho más brillantes."


Autor desconocido


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