lunes, 22 de mayo de 2017

El Árbol Sabio



Un viejo carpintero caminaba por el bosque buscando madera para fabricar sus muebles cuando se encontró con un gran árbol que le habló. 

El árbol vio que era un hombre amable y se hizo su consejero, le dijo todos los secretos de la madera para que sus muebles fueran hermosos y duraderos, le enseñó a interpretar la luna y a doblar las maderas más duras. 

El carpintero hizo muchas cosas maravillosas para sus clientes y se hizo famoso en la región. 

Entonces llegó un hombre de otro pueblo a pedir que le fabricara una escalera al cielo para que su hija consentida pudiera comerse la luna. 

El carpintero aceptó el trabajo y fue a consultar al árbol para que le dijera cómo hacer este trabajo, el árbol le dijo que plantara una semilla del árbol de Oyamel y pusiera una silla en el piso donde habrá depositado la semilla. 

Así hizo el carpintero y al sentar a la niña consentida en la silla le dijo: he aquí tu escalera al cielo, llegarás cuando tengas cien años, cuando el Oyamel haya crecido y tú hayas entendido que la luna brilla para todos en la tierra y no sólo para tu estómago.


40 consejos para ser feliz



Nuestra felicidad no depende de que nos toque la lotería ni de que todo sea fácil en la vida. Es una cuestión de actitud ante las circunstancias y una semilla que se riega día a día. 

Aquí tenemos 40 consejos para ser feliz. Son realistas, sensatos y gratuitos. Todos los podemos realizar y sus resultados pueden ser mágicos.
¿Lo intentamos?
  1. Camina de 10 a 30 minutos todos los días. Mientras caminas, sonríe.
  2. Siéntate en silencio por lo menos 10 minutos cada día. Enciérrate si es necesario.
  3. Escucha buena música todos los días; es auténtico alimento para el espíritu.
  4. Al levantarte en la mañana di lo siguiente: Mi propósito de hoy es...
  5. Vive con las 3 "E's": Energía, Entusiasmo y Empatía.
  6. Juega más juegos que el año pasado.
  7. Lee más libros que el año pasado.
  8. Mira al cielo al menos una vez al día, date cuenta de la majestuosidad del universo que te rodea.
  9. Sueña mientras estás despierto.
  10. Come más alimentos que crezcan en los árboles y en las plantas, y menos alimentos que sean manufacturados o que requieran un sacrificio.
  11. Come arándanos y nueces. Toma té verde, mucha agua y una copa de vino al día (asegúrate de brindar con ella por algo hermoso de lo mucho que hay en tu vida y, de ser posible, hazlo en compañía de quien amas).
  12. Trata de hacer reír a por lo menos 3 personas cada día.
  13. Elimina el desorden de tu casa, tu auto y tu escritorio, y deja que fluya nueva energía en tu vida.
  14. No gastes tu precioso tiempo en rumores, pensamientos negativos, cosas del pasado o fuera de tu control. Mejor invierte tu energía en lo positivo del presente.
  15. Date cuenta que la vida es una escuela y que estás aquí para aprender. Los problemas son lecciones que vienen y van; si aprendes de ellos, te servirá para toda la vida.
  16. Desayuna como rey, come como príncipe y cena como mendigo.
  17. Sonríe y ríe más.
  18. No dejes pasar la oportunidad de abrazar a quien aprecias.
  19. La vida es muy corta como para desperdiciar el tiempo odiando a alguien.
  20. No te tomes a ti mismo tan en serio. Nadie más lo hace.
  21. No tienes que ganar cada discusión. Acepta que no estás de acuerdo y aprende del otro.
  22. Ponte en paz con tu pasado, así no arruinará tu presente.
  23. No compares tu vida con la de otros. No tienes idea del camino que ellos han andado.
  24. Nadie está a cargo de tu felicidad, excepto tu mismo.
  25. Recuerda que tú no tienes el control de todo lo que te sucede, pero sí de lo que haces con ello.
  26. Aprende algo nuevo cada día.
  27. Lo que la demás gente piense de ti es su interpretación y no lo que realmente eres.
  28. Aprecia tu cuerpo y disfrútalo.
  29. No importa que tan buena o mala sea la situación, siempre cambiará.
  30. Tu trabajo no se ocupará de ti cuando estés enfermo. Tus amigos sí lo harán. Mantente cerca de ellos.
  31. Desecha cualquier cosa que no sea útil, bonita o divertida.
  32. La envidia es una pérdida de tiempo. Aprecia lo que tienes.
  33. Siempre, lo mejor está aún por venir.
  34. No importa cómo te sientas, levántate, vístete y no te des por vencido.
  35. Ten sexo maravilloso, siempre con la plenitud de tu ser.
  36. Llama a tus familiares con frecuencia y mándales correos diciéndoles: ¡estoy pensando en ti!
  37. Cada noche antes de acostarte di lo siguiente: Doy gracias por... Hoy logré o conseguí...
  38. Recuerda que estás demasiado bendecido como para estar estresado.
  39. Disfruta del viaje. Ahora tienes la oportunidad, sácale el mayor provecho.
  40. Comparte estos consejos con alguien que aprecies.

Autor desconocido

El Árbol de la Sabiduría



Circulaba el rumor de que existía en la India un árbol cuyo fruto liberaba de la vejez y de la muerte. Un sultán decidió entonces enviar a uno de sus hombres en busca de esta maravilla. Partió, pues, el hombre y, durante unos años visitó muchas ciudades, muchas montañas y muchas planicies. Cuando preguntaba a los transeúntes dónde se encontraba este árbol de la vida, la gente sonreía pensando que estaba loco. Los que tenían corazón puro, le decían:

-¡Eso son cuentos! ¡Abandona esa búsqueda!

Otros para burlarse de él, lo enviaban hacia selvas lejanas. El pobre hombre no alcanzaba nunca su meta, pues lo que perseguía era imposible. Perdió entonces la esperanza y tomó el camino de vuelta, con lágrimas en los ojos. Durante el camino, encontró a un sabio y le dijo:

-¡Oh, gran sabio! ¡Ten piedad de mí, pues estoy desesperado!
-¿Por qué estás tan triste?
-Mi sultán me ha encargado que busque un árbol cuyo fruto es el capital de la vida. Todos lo desean. He buscado durante mucho tiempo, pero en vano. Y todo el mundo se ha burlado de mí.

El sabio se echó a reír y le dijo:

-¡Oh corazón ingenuo y puro! Ese árbol es la Sabiduría. Sólo el sabio la comprende. Se la llama a veces árbol, a veces sol, u océano, o nube. Dile al sultán que el árbol crece en el interior de cada persona, pero es solo haciéndonos sabios que podemos entender.
 

Autor desconocido
 

Los dos amigos y el oso


Dos hombres que se consideraban buenos amigos paseaban un día por la montaña. Iban charlando tan animadamente que no se dieron cuenta de que un gran oso se les acercaba. Antes de que pudieran reaccionar, se plantó frente a ellos, a menos de tres metros.

Horrorizado, uno de los hombres corrió al árbol más cercano y, de un brinco, alcanzó una rama bastante resistente por la que trepó a toda velocidad hasta ponerse a salvo. Al otro no le dio tiempo a escapar y se tumbó en el suelo haciéndose el muerto. Era su única opción y, si salía mal, estaba acabado.

El hombre subido al árbol observaba a su amigo quieto como una estatua y no se atrevía a bajar a ayudarle. Confiaba en que tuviera buena suerte y el plan le saliera bien.

El oso se acercó al pobre infeliz que estaba tirado en la hierba y comenzó a olfatearle. Le dio con la pata en un costado y vio que no se movía. Tampoco abría los ojos y su respiración era muy débil. El animal le escudriñó minuciosamente durante un buen rato y al final, desilusionado, pensó que estaba más muerto que vivo y se alejó de allí con aire indiferente.

Cuando el amigo cobarde comprobó que ya no había peligro alguno, bajó del árbol y corrió a abrazar a su amigo.

-¡Amigo, qué susto he pasado! ¿Estás bien? ¿Te ha hecho algún daño ese oso entrometido? – preguntó sofocado.

El hombre, sudoroso y aun temblando por el miedo que había pasado, le respondió con claridad.

– Por suerte, estoy bien. Y digo por suerte porque he estado a punto de morir a causa de ese oso. Pensé que eras mi amigo, pero en cuanto viste el peligro saliste corriendo a salvarte tú y a mí me abandonaste a mi suerte. A partir de ahora, cada uno irá por su lado, porque yo ya no confío en ti.

Y así fue cómo un susto tan grande sirvió para demostrar que no siempre las amistades son lo que parecen.

Moraleja: La amistad se demuestra en lo bueno y en lo malo. Si alguien a quien consideras tu amigo te abandona en un momento de peligro o en que necesitas ayuda, no confíes demasiado en él porque probablemente, no es un amigo de verdad.
 

Autor desconocido

El Viejo Arbol

 
 
Una soleada mañana un hermoso pajarillo decidió pararse en una de las secas ramas de un viejo árbol.

Mientras el ave limpiaba cuidadosamente su rojo plumaje, escuchó que el árbol se lamentaba:
-¡Qué triste me siento! ¡Antes era bello y frondoso, ahora sólo soy un montón de frágiles ramas! ¡A quien le importa un árbol que no da frutos! ¡Ni siquiera los niños quieren treparme!

-¿A que se debe tanta desdicha?- preguntó el pajarillo al árbol.

-Pues verás, hace más de dos meses que los dueños de esta casa se fueron y desde ese día no he probado una sola gotita de agua, si no llueve pronto seguro que moriré.

-¡Oh! ¡Que triste! Quisiera ayudarte, pero no sé como, sólo soy un pequeño pajarillo.

-¿Crees que puedas traerme aunque sea un chorrito de agua fresca en tu piquito?- Preguntó el árbol.

-¡Claro!- dijo el pajarillo- ¡Es una excelente idea!, voy a pedir ayuda a todos los pájaros del rumbo y juntos te refrescaremos ¡Ya verás!

-¡Muchas gracias pajarillo!- Exclamó el árbol.

Las palomas, los cenzontles, los jilgueros, las calandrias, y otras aves del lugar, se reunieron en el río y dirigidas por el pajarillo rojo llevaron en sus picos agua para el viejo árbol.

-¡Gracias! ¡Muchas gracias a todos! ¡Que feliz y vivo me siento!- Exclamó el árbol cuando, después de una larga espera, pudo disfrutar la lluvia que los pajaritos dejaban caer sobre él.

Todos los días los pájaros regaban con mucha generosidad al árbol. Poco a poco el viejo árbol recuperó su color, miles de hojas volvieron a crecer entre sus ramas y su tronco se hizo cada vez más fuerte.

Todo él volvió a estar lleno de hermosas y fragantes flores que pronto se convirtieron en jugosas manzanas. ¡Que bello! El árbol volvió a sentirse vivo y frondoso.

La hermosura y presencia que el árbol daba al patio en el que vivía provocó que la casa nuevamente fuera habitada. Todos los días la señora de la casa regaba al árbol y éste cada vez estaba más resplandeciente.

Los pájaros felices por la llegada de la primavera y por la dicha del árbol decidieron organizar una fiesta en el patio.

¡No! ¡No se paren en mis ramas! ¡Por favor!- dijo el árbol a los pajaritos- Que no ven que pueden tirar mis hojas, mis flores y mis frutos. A nadie le gustan los árboles secos. Busquen otro árbol para brincotear, hay muchos por este lugar. El pajarillo rojo, junto con los otros pájaros, se fueron muy tristes por la actitud del árbol a quien tanto habían ayudado.

La mañana siguiente una paloma intentaba hacer su nido en el viejo árbol. El árbol muy enfadado dijo- ¡Oye! ¿Qué no vez que puedes dañar y ensuciar mis ramas y mi tronco? Hay muchos lugares donde puedes hacer tu nido, por que no buscas otro- La paloma huyó avergonzada y entristecida. Lo mismo pasó con el jilguero y la calandria que intentaban alimentarse con las manzanas del árbol.

Poco a poco, los pájaros se alejaron del patio y dejaron de visitar al árbol. El árbol continuó hermoso y resplandeciente por un tiempo; pero cada día se sentía más pesado. Nadie comía ni tiraba sus manzanas.

Tenía tantos frutos y flores encima que sus ramas y su tronco comenzaron a inclinarse. La señora de la casa pidió a su esposo que cortara el árbol porque en cualquier momento podría caerse.

El árbol, que escuchó lo que la mujer decía a su marido, lloró desconsoladamente. Los pájaros escucharon sus sollozos y acudieron al patio.

-¿Qué te pasa viejo árbol? ¿Por qué lloras?- Preguntó el pajarillo rojo.

-¡Estoy muy triste! ¡No dejé que ustedes tiraran mis flores, ni que comieran de mis frutos, ahora mis ramas pesan tanto que mi tronco se ha doblado y van a cortarme!

-No llores, viejo árbol, nosotros te vamos a ayudar- Dijo el jilguero.

Las aves comenzaron a tirar las manzanas, las flores y las hojas del árbol. Poco a poco el viejo árbol se enderezó y los señores de la casa decidieron no cortarlo.

Aunque por un tiempo el árbol sólo tuvo unas cuantas hojas entre sus ramas, vivió feliz rodeado de pajaritos pues logro comprender el valor del agradecimiento, del servicio y de la generosidad.


Autor desconocido
 

jueves, 18 de mayo de 2017

Las cuatro esposas del Rey



Había una vez un rey que tenía cuatro esposas. Él amaba a su cuarta esposa más que a las demás y la adornaba con ricas vestiduras y la complacía con las delicadezas más finas. Sólo le daba lo mejor.

También amaba mucho a su tercera esposa y siempre la exhibía en los reinos vecinos. Sin embargo, temía que algún día ella se fuera con otro.

También amaba a su segunda esposa. Ella era su confidente y siempre se mostraba bondadosa, considerada y paciente con él. Cada vez que el rey tenía un problema, confiaba en ella para ayudarle a salir de los tiempos difíciles.

La primera esposa del rey era una compañera muy leal y había hecho grandes contribuciones para mantener tanto la riqueza como el reino del monarca. Sin embargo, él no amaba a su primera esposa y aunque ella le amaba profundamente, apenas si el se fijaba en ella.

Un día, el rey enfermó y se dio cuenta de que le quedaba poco tiempo. Pensó acerca de su vida de lujo y caviló: Ahora tengo cuatro esposas conmigo pero, cuando muera, estaré solo".

Así que le pregunto a su cuarta esposa: "Te he amado más que a las demás, te he dotado con las mejores vestimentas y te he cuidado con esmero. Ahora que estoy muriendo,¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?"

"¡Ni pensarlo!", contestó la cuarta esposa, y se alejó sin decir más palabras. Su respuesta penetró en su corazón como un cuchillo afilado.

El entristecido monarca le preguntó a su tercera esposa:

"Te he amado toda mi vida. Ahora que estoy muriendo, ¿Estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?"

"!No!", contestó su tercera esposa. "¡La vida es demasiado buena! Cuando mueras, pienso volverme a casar!"

Su corazón experimentó una fuerte sacudida y se puso frío.

Entonces preguntó a su segunda esposa: "Siempre he venido a ti por ayuda y siempre has estado allí para mí. Cuando muera, estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?"

"¡Lo siento, no puedo ayudarte esta vez!", contestó la segunda esposa. "Lo más que puedo hacer por ti es enterrarte". Su respuesta vino como un relámpago estruendoso que devastó al rey.

Entonces escuchó una voz:

"Me iré contigo y te seguiré dondequiera que tu vayas". El rey dirigió la mirada en dirección de la voz y allí estaba su primera esposa. Se veía tan delgaducha, sufría de desnutrición.

Profundamente afectado, el monarca dijo: Debí haberte atendido mejor cuando tuve la oportunidad de hacerlo!"

En realidad, todos tenemos cuatro esposas en nuestras vidas.

Nuestra cuarta esposa es nuestro cuerpo. No importa cuanto tiempo y esfuerzo invirtamos en hacerlo lucir bien, nos dejará cuando muramos.

Nuestra tercera esposa son nuestras posesiones, condición social y riqueza. Cuando muramos, irán a parar a otros.

Nuestra segunda esposa es nuestra familia y amigos. No importa cuanto nos hayan sido de apoyo a nosotros aquí, lo más que podrán hacer es acompañarnos hasta el sepulcro.

Y nuestra primera esposa es nuestra alma, frecuentemente ignorada en la búsqueda de la fortuna, el poder y los placeres del ego. Sin embargo, nuestra alma es la única que nos acompañará dondequiera que vayamos. Así que, cultívala, fortalécela y cuídala ahora! Es el regalo más grande que puedes ofrecerle al mundo. ¡Déjala brillar!


Autor desconocido

La paz perfecta


Había una vez un rey que ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera captar en una pintura la paz perfecta.

Muchos artistas lo intentaron y presentaron sus obras en el palacio del rey, el gran día había llegado.

El rey observo y admiró todas las pinturas, pero solo hubieron dos que a él realmente le gustaron y tuvo que escoger entre ellas.

La primera era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se reflejaban unas plácidas montañas que lo rodeaban.

Sobre estas se encontraba un cielo muy azul con tenues nubes blancas.

Todos quienes miraron esta pintura pensaron que esta reflejaba la paz perfecta.

La segunda pintura también tenia montañas pero estas eran escabrosas y descubiertas.

Sobre ellas había un cielo furioso del cual caía un impetuoso aguacero con rayos y truenos.

Montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua.

Todo esto no se revelaba para nada pacifico.

Pero cuando el rey observó cuidadosamente, miró tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca. En este arbusto se encontraba un nido.

Allí, en medio del rugir de la violenta caída de agua, estaba sentado plácidamente un pajarito en el medio de su nido ...

Paz perfecta ... el pueblo entero se preguntaba que cuadro elegiría el rey?

El sabio rey escogió la segunda, y explicó a la gente el porque...

"Porque," explicaba el rey, "Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Paz significa que a pesar de estar en medio de estas cosas permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón. Este es el verdadero significado de la paz."

Y tú... ya has encontrado la verdadera paz del corazón, entre tanto bullicio?... 
 
Autor desconocido
 

miércoles, 17 de mayo de 2017

Puentes


Los puentes son como ciertas personas: Su importancia se valora cuando ya no están, o cuando están rotos y no se los puede usar.

Existe una cantidad impresionante de puentes:
Cortos y largos, anchos y estrechos, seguros e inseguros, caros y económicos.

Todos tienen sin embargo, algo en común: Sirven para unir dos orillas.

Atravesándolos, uno siente que, de algún modo, lleva un mensaje al otro lado...

También las personas estamos llamadas a ser puentes, para facilitar el encuentro, para superar aflicciones, para estimular el perdón. Hacer de puente a veces cuesta, pero cuando da resultado, la gratificación es grande.

Quiero ser para ti como un puente sobre el río...

Del lado de acá está tu hoy... del lado de allá tu mañana...

Entre los dos lados, el río de la vida, a veces sereno, a veces turbulento, a veces traicionero y a veces profundo y revuelto.

No soy Dios ni pretendo jugar a ser Dios..
Solo él puede llevarte con seguridad al otro lado, pero yo quiero ser el puente que haga más fácil la travesía.

Si crees que no es bueno pasar sólo, usa mis hombros.
Si me balanceara, no tengas temor. Dios me ha colocado en tu camino para ayudarte a cruzar el río.

No dudes en utilizarme, y cuando llegues, déjame, si quieres...
Si, me entiendes bien, déjame donde estoy. Otros han pasado por medio de mi, igual como tu pasaron.

Pero quiero que continúes tu marcha...
Soy tu puente para muchas travesías de la vida, pero aún tengo otro nombre.

SOY UN PUENTE LLAMADO AMISTAD.


Campo De Batalla


"Mi amigo no ha regresado del campo de batalla señor.
solicito permiso para ir a buscarlo". dijo un soldado a su teniente.

"Permiso denegado", replico el oficial, "no quiero que arriesgue usted su vida por un hombre que probablemente ha muerto".

El soldado, no haciendo caso a la prohibición, salio y una hora mas tarde regreso mortalmente herido, transportando el cadáver de su amigo.

El oficial estaba furioso: "!Ya le dije que había muerto!" dígame, ¿Merecía la pena ir allá para traer un cadáver?"

Y el soldado, moribundo respondió: "!claro que si, señor! cuando lo encontré, todavía estaba vivo y pudo decirme:


"!Estaba seguro que vendrías!"



Corazón De Montaña


Había una vez un niño muy chiquito que era la burla de todos sus compañeros de la escuela a causa de su pequeña estatura.

Su nombre era Manuel. Cuando todos salían al recreo a jugar con la pelota, nadie quería jugar con él; cuando jugaban a las escondidillas, nadie lo quería buscar; cuando alguien cumplía años, nunca lo invitaban: y cuando él cumplía años, nadie iba a su fiesta.

La vida de Manuel era muy solitaria y triste. Todas las noches, antes de acostarse, hacía oración y le decía a Dios:

Papito Dios, yo sé que Tú eres muy bueno porque me lo ha dicho mi mamá, pero no entiendo por qué si tanto me quieres, me hiciste tan chiquito de modo que mis amigos se burlan de mí. ¡Cómo quisiera ser tan alto como una montaña para que todos me respeten y me quieran. ¿Algún día me vas a hacer crecer tan alto como una montaña?

Y esperaba por unos minutos, arrodillado al lado de su cama para ver si Dios le contestaba. Nunca había escuchado la respuesta de Dios pero, aún así, volvía a preguntarle cada noche lo mismo.

Esta bien, papito Dios. No tienes que contestarme ahora, si quieres, mañana me respondes. Y Manuel se dormía profundamente.

Un día, mientras todos los niños jugaban a la pelota en el jardín de la escuela, se escuchó el grito de uno de ellos. Todos se paralizaron y buscaron el origen de aquél grito. Nadie sabía quién había gritado y no se veía a ningún niño asustado o llorando.

De pronto, se escuchó nuevamente el grito desesperado de un niño, sólo que ahora sí sabían de dónde provenía el lamento.

A unos cuantos metros de ahí había unas pequeñas zanjas que fueron abiertas para instalar unas tuberías para transportar el agua y, por lo visto, alguien había caído en una de ellas.

Todas se agolparon a la orilla de la zanjas pero no podían ver al interior, sólo podían escuchar el llanto del niño que había caído en el pozo. Era un chiquillo que acababa de entrar a la escuela y apenas tenía cuatro años de edad.

Inútilmente, profesores y jóvenes de secundaria intentaron sacar al niño. Eran muy grandes y no cabían en el orificio de la zanja.

Entre los niños que se habían juntado para presenciar el accidente se encontraba nuestro amigo de baja estatura. Él veía todo el revuelo y la conmoción pero, sobre todo, escuchaba el llanto del chiquito que estaba atrapado en el fondo de la zanja y que suplicaba que lo sacaran rápido de allí.

Se abrió paso a base de empujones y llegó hasta el frente. Luego, con voz temblorosa, dijo: Yo puedo entrar, Nadie lo escuchó, todos gritaban llenos de impaciencia y nerviosismo. Yo puedo entrar!, gritó Manuel, y el silencio invadió el ambiente. Todos voltearon a verlo y reconocieron que Manuel era la única solución.

Manuel se metió a la zanja y consoló al pequeño, después lo tomó por la cintura y lo elevó hasta sus hombros. El niño logró salir con unos cuatro rasguños y moretones.

Cuando Manuel salió, una muchedumbre lo exclamaba y coreaba su nombre.

Uno de sus compañeros de clase se acercó a él y le dijo, mientras le daba unas palmaditas en la espalda: Manuel, eres pequeño de estatura pero lo que hiciste hoy nos demuestra a todos que tienes el corazón del tamaño de una montaña.

Manuel elevó sus ojos al cielo y sonrió agradeciendo. Sabía que tarde o temprano me ibas a contestar, dijo con alegría y entró al salón de clases con sus nuevos amigos.
 

Autor desconocido


¿No tienes tiempo?



¿No tienes tiempo? Muy cierto...

Para las personas que dicen que no tienen tiempo de nada o una agenda saturada Un experto asesor de empresas en Gestión del Tiempo quiso sorprender a los asistentes a su conferencia.

Sacó de debajo del escritorio un frasco grande de boca ancha. Lo colocó sobre la mesa, junto a una bandeja con piedras del tamaño de un puño y preguntó:.

¿Cuántas piedras piensan que caben en el frasco?

Después de que los asistentes hicieran sus conjeturas, empezó a meter piedras hasta que llenó el frasco.

Luego preguntó: ¿Está lleno?

Todo el mundo lo miro y asintió. Entonces sacó de debajo de la mesa un cubo con gravilla. Metió parte de la gravilla en el frasco y lo agitó.
Las piedrecillas penetraron por los espacios que dejaban las piedras grandes.

El experto sonrió con ironía y repitió: ¿Está lleno?

Esta vez los oyentes dudaron:
Tal vez no, Bien!

Y puso en la mesa un cubo con arena que comenzó a volcar en el frasco.

La arena se filtraba en los pequeños recovecos que dejaban las piedras y la grava.

Está lleno? pregunto de nuevo. - No!, exclamaron los asistentes.

Bien, dijo, y cogió una jarra de agua de un litro que comenzó a verter en el frasco. El frasco aun no rebosaba.

Bueno, ¿qué hemos demostrado?, preguntó.. Un alumno respondió:
Que no importa lo llena que esté tu agenda, si lo intentas, siempre puedes hacer que quepan más cosas.

¡NO!,concluyó el experto: Lo que esta lección nos enseña es que si no colocas las piedras grandes primero, nunca podrás colocarlas después.

¿Cuales son las grandes piedras en tu vida?. Tus hijos, tus amigos, tus sueños, tu salud, la persona amada?

Recuerda, ponlas primero. El resto encontrará su Lugar.
 

Autor desconocido


Doce Semanas



Hijo mío: 

Hace unos minutos acabo de enterarme que vienes hacia a mi, y que gracias a Dios, si todo esta correcto debes tener entre cuatro y cinco semanas de gestación...mañana visitaremos juntos al doctor.

No sabes hijo mío cuánto te he esperado...he puesto toda mi ansiedad y empeño para tu llegada. No sé ni como serás vida mía, pero te envuelvo con todo mi cariño en el espacio de mi vientre reservado para ti.

Tu papá aún no lo sabe. La sorpresa se la daré también mañana. ¿Sabes? Tu padre es el mejor hombre que existe, el mejor esposo, el mejor compañero y él también te espera con gran ilusión.

Ahora por favor duerme, duerme tranquilo mi corazón, mi niño del cielo.


SEXTA SEMANA

Lo emoción más grande amor mío fue enterar a tus abuelos y al resto de la familia. Tu abuela María me compartió un abrazo tan largo y sublime, que no pudimos evitar saborear esas lagrimas de locura y felicidad, de esperanza e ilusión.

Ahora me cuidaré más que nunca, debo darte lo mejor que tengo para que cuando tu llegues, todo en nuestra vida juntos sea descubrir y disfrutarnos.

Tu papá estuvo muy ocupado el día de hoy viendo el fútbol, sé que algún día lo disfrutaremos juntos y sabrás que es como tu, un niño grande. Sí ángel de mi vida, así es tu papá, un hombre con un corazón tan grande y bondadoso que ocupa gran parte de su pecho y su espalda. Tiene 34 años y parece de 24, los mismos que tenía cuando lo conocí.

Ahora quiero que sepas que te amo aún antes de saber como serás. Descansa mi pedacito de cielo. ¡Buenas Noches!


OCTAVA SEMANA

Hola bebé. Aún no puedo creer que tu creces dentro de mí. Mis miedos son menores aunque me cuido y como muy bien para que tu llegues fuerte y sano. 

Son casi dos meses, y cada día se me hace más largo. Mi cuerpo sigue casi igual, a excepción de la cintura que comienza a ensancharse. Las piernas también crecieron un poco, pero sé que comienzas ha desarrollarte, exigiendo tu derecho de espacio.

No hay ascos ni mareos, sólo tengo sueño y muchos sueños. Poca es la gente que comparte mi alegría y ya quisiera gritarlo a los cuatro vientos. Tu papá esta tan impaciente que no lo cree, pero ambos sabemos que nos oyes y nos sientes, sabemos que estas aquí.


DÉCIMA SEMANA

No sé cuanto tenga que ver el destino o Dios, pero las lecciones de la vida duelen y duelen mucho.

Fue todo tan breve, sólo un segundo, pero yo ya te amaba. Primero un dolor intenso, luego sangre y más sangre, mi necedad, mis ganas de aguantarme y luego lo irremediable, tu y yo en el juicio final.

Llegue al hospital, la gente corría de un lugar a otro, los doctores gritaban a las enfermeras que me atendieran. La cara de tu papá estaba desencajada, fuera de sí. Había dolor y miedo. La lágrimas ya secas surcaron su rostro.

Cruzamos hasta el quirófano. Sólo Dios, tu, y yo. Me encomendé y puse mi existencia en sus manos, luego silencio, vacío, dolor, recuerdo. Ya todo había pasado. Te habías ido, te fuiste lento y poco a poco. Y no te pude detener.?Vuelve amor, vuelve por favor?, sé que eres tú mi bebé del tiempo, del espacio, del universo, de mi vida, ?No te vayas?.¡Regresa!


SEMANA DOCE:

Hoy por fin pude enfrentarme a esta hoja a la brevedad de mi sentimiento. Ahora siento el vacío y el hueco de mi cuerpo que me recuerda tu ligera estancia en él. Te fuiste y no se si querías estar. Quedé fracturada y seca, rota y malherida.

No sé cuanto tiempo te anide en mi alma, en mis entrañas, en mis sueños, fueron días insinuantes y etéreos.

Cada segundo que pasa es un golpe en el vientre que me recuerda tu ausencia. El dolor físico sólo es superado por el desgarre del alma y sé que no pasará pronto. 

Mi respiración es lenta, nadie comprende cuanto podía amarte aún sin conocerte y esperarte para siempre.

Sin embargo, sé que Dios no se equivoca, él sabe porqué pasan las cosas y sólo él podría explicarme porqué decidió recuperarte. 


¡Dios te guarde hijo mío!


El hombre que quiso ser mujer



Un hombre estaba harto de tener que ir a trabajar todos los días y que su esposa se pudiera quedar en casa.

Quería que ella viera por lo que él pasaba todos los días, así que rezó:
“Señor: Yo voy a trabajar cada día, durante 8 horas mientras mi esposa se queda en la casa tranquilamente.
 
Quiero que ella sepa por lo que tengo que pasar todos los días, entonces permíteme cambiar de cuerpo con ella por un día.
… Amén”.

Dios, en su infinita sabiduría le concedió el deseo al hombre.

A la mañana siguiente, se despertó como mujer.
Se levantó, hizo el desayuno para su cónyuge, despertó a los niños, sacó su ropa para ir al colegio, les dió desayuno, empacó los almuerzos, los llevó al colegio, volvió a casa, recogió la ropa para la lavandería y la llevó.
 
En el camino paró en el banco a hacer un retiro y fue al supermercado a comprar víveres.

Entonces regresó a casa, guardó los víveres, hizo los cheques para pagar las cuentas y cuadró la cuenta del banco.
 
Limpió la caja del gato y bañó al perro.
 
Para entonces ya era la 1 P.M. y corrió a hacer las camas, puso la ropa sucia en la lavadora, sacudió, aspiró, lavó el baño, barrió y trapeó el piso de la cocina.

Salió corriendo a recoger a sus hijos en el colegio, y tuvo una discusión con ellos de vuelta a casa.
 
Sacó leche y galletas para los niños y los organizó para que hicieran las tareas.
Puso la tabla de planchar y se puso a planchar mientras veía televisión.

A las 4:30 empezó a pelar papas, lavar las verduras para la ensalada, adobó la carne, y puso el arroz a cocinar.

Cuando su cónyuge llegó preguntando por la comida, ésta ya estaba lista y servida.
 
Después de comida, limpió la cocina, lavó los platos sucios,sacó la ropa de la lavadora y la puso a secar.

Bañó a los niños y los acostó.

A las 9 P.M. estaba exhausto aunque no había terminado todavía sus quehaceres, se fue a la cama donde estaban esperándolo para hacer el amor, lo cual logró hacer sin quejarse.
 
A la mañana siguiente se despertó e inmediatamente se arrodilló al lado de la cama y dijo, “Señor, yo no sé qué estaba pensando.

Estaba muy equivocado al envidiar a mi esposa por poder quedarse en casa todo el día.

“Por favor Señor, por favor, vuélvenos a cambiar”.

El Señor, en su infinita sabiduría, contestó:

“Hijo mío, creo que has aprendido la lección y será un placer para mí volver las cosas a como estaban antes.

Sin embargo, vas a tener que esperar nueve meses. Anoche quedaste embarazado”.
 
Autor desconocido
 

martes, 16 de mayo de 2017

Escogiendo mi cruz



Cuentan que un hombre un día le dijo a Jesús:

- "Señor: ya estoy cansado de llevar la misma cruz en mi hombro, es muy pesada y muy grande para mi estatura".

Jesús amablemente le dijo:

- "Si crees que es mucho para ti, entra en ese cuarto y elige la cruz que más se adapte a ti"

El hombre entró y vio una cruz pequeña, pero muy pesada que se le encajaba en el hombro y le lastimaba, buscó otra pero era muy grande y muy liviana y le hacía estorbo, tomó otra pero era de un material que raspaba, buscó otra, y otra, y otra.... hasta que llegó a una que sintió que se adaptaba a él. Salió muy contento y dijo:

- "Señor, he encontrado la que más se adapta a mi, muchas gracias por el cambio que me permitiste".

Jesús le mira sonriendo y le dice:

- "No tienes nada que agradecer, has tomado exactamente la misma cruz que traías, tu nombre está inscrito en ella. Mi Padre no permite más de lo que no puedas soportar porque te ama y tiene un plan perfecto para tu vida"

Muchas veces nos quejamos por las dificultades que hay en nuestra vida y hasta cuestionamos la voluntad de Dios, pero El permite lo que nos suceda porque es para nuestro bien y algo nos enseña a través de eso. Dios no nos da nada más grande de lo que no podamos soportar, y recordemos que después de la tormenta viene la calma y un día esplendoroso en el que vemos la Gloria de Dios.

Ánimo en los brazos de Jesús y María...
 

Autor desconocido


Hablando con Dios


Un día le pedí a Dios instrucciones para vivir en esta tierra...

Dios acercó su voz a mi oído y me dijo:


Sé como el sol: Levántate temprano y no te acuestes tarde.

Sé como la luna, brilla en la oscuridad, pero sométete a la luz mayor.


Sé como los pájaros, come, canta, bebe y vuela.

Sé como las flores, Enamoradas del sol, pero fieles a sus raíces

Sé como el buen perro obediente, pero nada más a su Señor.

Sé como la fruta, Bella por fuera, saludable por dentro.

Sé como el día, Que llega y se retira sin alardes.


Sé como el oasis, Da tu agua al sediento.

Sé como la luciérnaga, Aunque pequeña emite su propia luz.

Sé como el agua, Buena y transparente.

Sé como el río, Siempre hacia adelante.


Y por sobre todas las cosas,

Sé como el cielo: La morada de Dios.

Enséñame a hacer tu voluntad, porque tu eres mi Dios, tu Espíritu bueno me guíe a tierra de rectitud.

Salmo 143:10

Señor, no permitas que me quede donde estoy.

Ayúdame a llegar a donde tú esperas que llegue.
 

Autor desconocido





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