martes, 23 de julio de 2019

Dios siempre llega a tiempo



Todos los Domingos por la tarde, después de la misa matinal en la iglesia, el sacerdote y su sobrino de 11 años iban a repartir boletines por el pueblo a cada persona que veían. Estos boletines contenían información sobre lo mucho que nos ama Dios y sobre la importancia de ser católico. Este Domingo en particular, cuando llegó la hora de repartir los boletines, el tiempo estaba desapacible, la temperatura era baja y además empezaba a lloviznar. El niño se abrigó para el frío y le dijo a su tío:

- Estoy listo.

Su Tío, el sacerdote, le contestó:

- ¿Listo para qué?.

- Tío, es hora de ir a repartir nuestros boletines."

El tío respondió:

- Hace mucho frío y está lloviznando.

El niño miró sorprendido a su tío y le dijo:

- Pero la gente necesita saber de Dios aún en los días lluviosos.

El sacerdote le contestó:

- Yo no voy a salir con este tiempo.

Con desespero, el niño dijo:

- ¿puedo ir yo solo, por favor?

Su tío titubeó por un momento y luego dijo:

- De acuerdo, vete si quieres, pero ten cuidado. Aquí tienes los boletines.

- Gracias tío!.

Y con esto, el niño se fue a pesar de la lluvia. Caminó por todas las calles del pueblo, repartiendo los boletines a las personas que veía.

Después de 2 horas caminando y teniendo en su mano el último boletín, se detuvo en una esquina y miró a ver si veía a alguien a quien dárselo, pero las calles estaban totalmente desiertas. Entonces, se acercó hacia la primera casa que vio, tocó el timbre varias veces y esperó, pero nadie salió.

Finalmente, el niño se giró para irse, pero vio luz dentro de la casa. Por ello, volvió a tocar el timbre y a golpear la puerta fuertemente con los nudillos. Él seguía esperando, algo lo aguantaba ahí frente a la puerta. Tocó nuevamente el timbre y esta vez la puerta se abrió suavemente.

Salió una señora con una mirada muy triste y suavemente le preguntó:

- ¿Qué puedo hacer por ti, hijo?

Con unos ojos radiantes y una sonrisa que le cortaba las palabras, el niño dijo:

- Señora, siento molestarla, pero sólo quiero decirle que DIOS REALMENTE LA AMA y vine para darle mi último boletín, que habla sobre DIOS y SU GRAN AMOR. El niño le dio el boletín y se fue.

Ella solo dijo:

- GRACIAS, HIJO, y que DIOS te bendiga.

El siguiente domingo por la mañana, el sacerdote estaba en el púlpito y cuando comenzó la misa preguntó:

- ¿Alguien tiene un testimonio o algo que quiera compartir?.

Suavemente, en la fila de atrás de la iglesia, una señora mayor se puso de pie. Cuando empezó a hablar, una mirada radiante y gloriosa brotaba de sus ojos:

- Nadie en esta iglesia me conoce. Nunca había estado aquí, incluso todavía el domingo pasado no era Cristiana. Mi esposo murió hace un tiempo atrás dejándome totalmente sola en este mundo. El domingo pasado fue un día particularmente frío y lluvioso, y también lo fue en mi corazón. Ese día llegué al final del camino, ya que no tenía esperanza alguna ni ganas de vivir.

Entonces tomé una silla y una soga y subí hasta el ático de mi casa. Amarré y aseguré bien un extremo de la soga a las vigas del techo; entonces me subí a la silla y puse el otro extremo de la soga alrededor de mi cuello. Parada en la silla, tan sola y con el corazón destrozado, estaba a punto de tirarme cuando de repente escuché el sonido fuerte del timbre de la puerta. Entonces pensé, "Esperaré un minuto y quien quiera que sea se irá".

Yo esperé y esperé, pero el timbre de la puerta cada vez era más insistente, y luego la persona comenzó a golpear la puerta con fuerza.

Entonces me pregunté, ¿quien podrá ser? Jamás nadie toca mi puerta ni vienen a verme! Por pura curiosidad, quise saber quién era, por lo que solté la soga de mi cuello y fui hasta la puerta, mientras el timbre seguía sonando cada vez con mayor insistencia.

Cuando abrí la puerta no podía creer lo que veían mis ojos. Frente a mi puerta estaba el más radiante y angelical niño que jamás había visto. Su sonrisa, ohhh, ¡nunca podré describirla! Las palabras que salieron de su boca hicieron que mi corazón, muerto hace tanto tiempo, volviera a la vida, cuando dijo con voz de querubín: "Señora , sólo quiero decirle que DIOS realmente la ama."

"Cuando el pequeño ángel desapareció entre el frío y la lluvia , cerré mi puerta y leí cada palabra del volante. Entonces fui al ático para quitar la silla y la soga. Ya no las necesitaría más. Como ven, ahora soy una hija feliz del REY. Como la dirección de la iglesia estaba en la parte de atrás del volante, vine personalmente para decirle GRACIAS a ese pequeño ÁNGEL DE DIOS que llegó justo a tiempo y, de hecho, llegó para rescatar mi vida de una eternidad en el infierno.'

Todos lloraban en la iglesia. El sacerdote bajó del púlpito hasta el primer banco, donde estaba sentado el pequeño ángel; tomó a su sobrino en sus brazos y lloró incontrolablemente.

Probablemente la iglesia no volvió a tener un momento más emocionante y glorioso.

Dios bendiga tus ojos por leer este mensaje. No permitas que este mensaje muera de frío.

Recuerda: el mensaje de DIOS puede marcar una gran diferencia en la vida de alguien cercano a ti.

Si abres tu corazón sinceramente a Dios, creyendo que Jesús realmente es el Salvador, nunca serás igual otra vez. ¡Confía en el Señor con todo tu corazón y Él nunca le fallará!


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