Dos monjes iban por un camino a buscar provisiones para el monasterio. De repente, vieron a una joven hermosa en apuros que quería atravesar un río. Se acercan a la muchacha y uno de los monjes la carga en brazos y le ayuda a cruzar la correntada. Los monjes prosiguen su camino, pero el mas joven no acaba de enrostrar al otro su falta en el atrevimiento de haber tocado a la carne joven de la muchacha.
Tras un largo trecho escuchando los reclamos del otro, el monje mas maduro le dice:
“Yo la deje al cruzar el río, tu todavía la traes contigo”
Moraleja: El pasado, ah, como nos persigue o mejor como dejamos que nos alcance. Cuantas veces dejamos que hechos que ya sucedieron sigan atormentando nuestra mente y todo nuestro ser? Eso que ya paso y que no podemos cambiar ni una pulgada por más que nos esforcemos, para que lo seguimos recordando y recordando, sufriendo y sufriendo?
Si aquello que paso tiene manera de cambiarse, pues adelante, cambiémoslo, pero si no es susceptible ya de hacerse nada humanamente, soltémoslo y aceptemos que así son las cosas, que ya no podemos cambiar nada y levantemos la mirada a Dios y pongamos en sus benditas manos aquello que sucedió pero que ya no podemos cambiar.
Autor Desconocido
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